< Volver

Plateamiento General

En la tesis VIII Sobre el concepto de historia Walter Benjamin se refiere al asombro de algunos de sus contemporáneos ante los acontecimientos que se producían en Europa a finales de los años treinta. Dicho asombro, decía Benjamin, revela una concepción de la historia que no se sostiene. La idea que la Europa ilustrada y moderna tenía de sí misma, el concepto de historia como progreso y avance irreversible, producía una pérdida de realidad y no un conocimiento cabal de la misma. De nuevo hoy nos topamos con acontecimientos que despiertan asombro en nuestros contemporáneos. ¿Cómo es posible que adquiera nueva fuerza el nacionalismo xenófobo? ¿Qué explica ese chauvinismo generalizado en el que se apoyan los discursos sobre la grandeza nacional y su imaginada prioridad? ¿Cómo es posible que el antisemitismo campe por doquier sin despertar rechazo e indignación, sino vergonzosa complicidad? ¿Qué alimenta la dinámica de deshumanización y de negación institucional o fáctica de derechos a quienes son estigmatizados como extraños, extranjeros o diferentes? ¿Por qué Europa vuelve a coquetear con los discursos y los políticos de extrema derecha y a dar credibilidad a sus consignas y promesas? Las falsas respuestas a la crisis social, económica y política de hondo calado que vive la civilización occidental parecen estar de nuevo a la orden del día. Y la desmemoria de las poblaciones es un factor que coadyuva a hacerlas vulnerables a unos cantos de sirena que resultan tan seductores como falaces. Sin embargo, a la ingenuidad culpable de los contemporáneos de W. Benjamin no podemos añadir ahora la nuestra, que estaría además construida sobre las ruinas que dejaron en Europa el fascismo y el nacionalsocialismo. No solo lo que ocurre, tampoco el asombro que se repite hoy en muchos de nuestros contemporáneos debería despertar el nuestro, porque eso significaría que poco o nada hemos aprendido del fracaso de aquella visión de la historia que denunciara Benjamin en sus Tesis. Tanto los acontecimientos de los que somos testigos hoy como el asombro sobre los mismos son deudores del mismo desconocimiento de antaño alimentado ahora por la desmemoria. Los que solo veían excepcionalidad entonces comparten con los sorprendidos de hoy la misma ceguera, la misma desmemoria.

Nuestra hipótesis de partida es que el análisis y la interpretación del autoritarismo como una amenaza particular a la democracia, circunscrita a grupos, movimientos y partidos políticos específicos, que interrumpe el curso normal democrático desde los márgenes de la sociedad o la visión de que el autoritarismo es una característica propia de determinados regímenes o sistemas no o escasamente democráticos, que estas formas de análisis muy extendidas, son insuficientes, cuando no un obstáculo para la verdadera compresión del fenómeno. Y, por tanto, que los enfoques teóricos en los que se basa este tipo de análisis debe ser contrastado por medio de otro enfoque que sitúe el autoritarismo en el centro de la sociedad y contribuya a desentrañar su imbricación con los procesos sociales, económicos, políticos, culturales y psicosociales que configuran las formaciones sociales actuales. Este enfoque pretende recuperar y actualizar aportaciones fundamentales de las ciencias sociales, de la teoría de la sociedad y de la filosofía en su confrontación con el autoritarismo de los años 30 y 40 del siglo pasado, especialmente de la Teoría Crítica, así como ampliar esas aportaciones de referencia por medio de nuevos contextos analítico-sociales y de la reconstrucción de las más actuales revisiones de psicología política y así arrojar luz sobre los problemas sociales que presenta hoy el campo de tensión entre democracia y autoritarismo.